Por su sabor dulce y su acidez menos destacada que la de la naranja, la mandarina es uno de los primeros cítricos que se le pueden ofrecer al niño, de hecho, a partir del año, tu hijo podrá comenzar a disfrutar de su sabor.
Existen muchas variedades de mandarinas, algunas se caracterizan por tener la piel muy adherida a los gajos mientras que otras la tienen ligeramente suelta. Las diferencias en el aspecto nutritivo no son relevantes. En cualquier caso, esta fruta aporta cantidades significativas de vitamina C.
Al momento de elegirla supervisa que tenga un aspecto exterior de color uniforme, sin manchas oscuras, que podrían indicar la presencia de parásitos, hongos o golpes. El interior de esta fruta se presenta dividido en 8-15 gajos, cubiertos por una especie de membrana, que deben ser consistentes y jugosos.
Sus variedades
Entre las opciones más comunes, destacan: la mandarina “King”, dulce, jugosa y aromática, de tamaño mediano, con la piel de un color naranja claro, que no se adhiere a la pulpa; la “Clementina”, de color naranja intenso, muy dulce y sabrosa; la “Avana”, de origen montenegrino, muy fácil de pelar y con pocas semillas; y la “Murcott”, de piel lisa y brillante, pegada a la pulpa, con semillas.
Consérvala así
Si la colocas en el refrigerador se conservará hasta 10 días, sin perder su sabor ni su consistencia. Es una fruta poco adecuada para preparar jugos, pero es perfecta para preparar helados. La piel, fina y perfumada, se puede consumir sólo si se compran frutas ecológicas.
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